Una
semana como esta, para ser más exactos un ocho de diciembre de 1980, se conmemoro
un aniversario más de la muerte de John lennon.
Lennon murió justo en el momento en el que había
dado por terminado su retiro voluntario de más de cinco años y se disponía a
apoyar las ventas de su más reciente álbum llamado “Double Fantasy”.
Su asesinato dejó una estela de dolor y
asombro pocas veces vista en el mundo ya que con su muerte, absurda y violenta,
terminaba el sueño de ver a los Beatles reunidos de nuevo.
Lennon era un idealista, escritor, compositor
y músico pero sobre todo un ser humano
normal con sus frustraciones y contradicciones.
Fue indiscutiblemente el líder de los Beatles
porque fue quien en definitiva eligió a quienes lo acompañarían en ese viaje mágico
y misterioso.
Cuando encontró a Yoko Ono en 1966 Lennon abandono
su condición de superestrella de rock para convertirse en un luchador
incansable a favor de la paz mundial y formar una familia.
En 1980, con su hijo Sean sólidamente
establecido, Lennon decidió que era el momento “de regresar”.
Profundamente inspirado por un viaje en velero
que hizo a las islas bermudas, el músico compuso un puñado de canciones que describían
muy bien su tan preciada estabilidad familiar.
La noticia del regreso de Lennon era reseñada
diariamente por las agencias noticiosas de todo el mundo y su rostro comenzaba
a figurar nuevamente en las portadas de las revistas más prestigiosas del
planeta.
Lamentablemente todo este gran entusiasmo se truncó
violentamente la noche del 8 de Diciembre de 1980 cuando un desequilibrado
mental puso fin a la vida de Lennon frente a las puertas de su residencia en Nueva
York.
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